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La constelación organizacional como herramienta estratégica para el líder educativo en la gestión de conflictos

Toda institución, todo grupo humano que genera intercambio personal, profesional o de cualquier índole, esta siempre expuesto a la aparición del conflicto. El mismo, es un fenómeno consustancial a las relaciones humanas, siendo la amplia diversidad que existe entre las personas el factor crítico que lo hace inevitable.
En este sentido, el conflicto es una constante en el desarrollo de las sociedades, tomando en cuenta que la dinámica social  propicia y da espacio para su origen y evolución. La escuela como organización no es una excepción, la misma, se caracteriza por vivir diversos tipos de conflictos, de distinta índole y de diferente intensidad. Hasta tal punto que, bajo la aparente imagen de aconflictividad, su cotidianidad se presenta como un proceso y una de las características centrales y definitorias de los centros educativos.
En la escuela venezolana, la organización jerárquica piramidal propicia la aparición de conflictos, generados en muchos casos por una obstrucción de los canales de comunicación, situación que opera negativamente entre el personal directivo y los otros miembros de la comunidad educativa como son el personal docente, administrativos, obreros, padres y representantes.
Investigaciones como las de Porter (2003) y Navarro (2003), señalan que el conflicto y el disenso en las instituciones educativas, son la manifestación más natural de convivencia en la escuela que aún el propio consenso, debido a que los profesores manifiestan una tendencia natural hacia el desacuerdo, demandan espacios hacia las propuestas o discurso y aún la propia discusión sobre el conocimiento y la docencia propios de la profesión reclaman un cuestionamiento activo; a esto se le agrega que frecuentemente se entablan luchas por la participación, el poder, los recursos y el prestigio.
En este orden de ideas, los conflictos son característicos tanto a nivel de las organizaciones complejas como en el de los procesos personales y grupales. Tradicionalmente, es la zona más oculta de la vida personal y organizacional; a pesar de ser común lidiar con ellos, se han asumido como “lo anormal” y “lo malo”, y en tanto así se los ha rechazado, obviado y evitado.
Al respecto, Funes y Saint-Mezard (2001) señalan que  “…el sistema educativo no es una institución que facilite y motive el aprendizaje y el crecimiento a partir de los errores, sino la vergüenza y el temor a cometerlos. El conflicto debe ocultarse, negarse o disimularse… es obsceno, avergüenza, pone en evidencia la incompetencia”. (p. 4)
Como se puede apreciar, un modelo de educación en donde predomina la concepción tradicional, tecnocrática y conservadora del conflicto; que lo califica como algo negativo, no deseable, sinónimo de violencia, disfunción o patología y, en consecuencia, como una situación que hay que corregir, y, sobre todo evitar no respeta la auténtica diversidad de las personas, sino que premia y estimula al que acepta la homogeneización; en eso consiste el ser aprobado por el sistema, en su capacidad de adaptación a su lenguaje y  a sus normas
Por otra parte, los nuevos aportes teóricos y la implementación de políticas asociadas al realismo crítico y al constructivismo sistémico, llegan a trabajar  y hasta valorar la solución de los conflictos como un medio para reducir la disonancia y la insatisfacción, y obtener mejores resultados con mayor participación de actores que antes quedaban excluidos.
Por consiguiente, el conflicto en una institución escolar desde la perspectiva critica,  no sólo se ve como algo natural, inherente a todo tipo de organizaciones y a la vida misma, sino que, además, se configura como un elemento necesario para el cambio social.

Para Chiavenato (2001):
 “… éste representa una fase mediante el cual los integrantes de un grupo sienten la necesidad de negociar y restablecer nuevas reglas de convivencia, nueva distribución de recursos, y reorganización del poder y la autoridad. La superación del conflicto significa el fortalecimiento y el crecimiento del grupo o la organización. (p.89)

Por lo tanto, debe interpretarse como un optimizador de la organización; en sí mismo no es ni malo ni bueno sino que son los mecanismos, estrategias y recursos que se usen para manejarlo y negociarlo, los que determinarán su signo.
Según las consideraciones teóricas de Freud (2001), Robbins (1991) y Nash (1991), el conflicto trae consigo sus enseñanzas y experiencias de las cuales se nutre el ser humano, estableciéndose como base o soporte para afrontar nuevas realidades o vivencias y aumentando sus herramientas para solventar situaciones de manera rápida y efectiva en respuesta a sus intereses.
Es importante, acotar que cuando el conflicto aumenta o no es controlado, busca otras formas de expresión como la desmotivación, la agresión, el abandono de las actividades o el aumento de incidentes en el ambiente de trabajo.
Por su parte, Mesa (2003.) plantea las consecuencias del conflicto organizacional permanente en los siguientes términos: (a) sentimientos de frustración, hostilidad y ansiedad; (b) tensión y fricción en las relaciones interpersonales; (c) bloqueo de iniciativas; y (d) desvío de energías productivas.
Además, la relación jefe-subordinado puede no sólo volverse tensa sino hasta irreconciliable y bastante incómoda. En apariencia la comunicación puede parecer fluida pero la tensión frecuente origina pequeños conflictos, cuya repetición genera desmotivación y apatía.
Se hace importante dejar claro que a nivel de las organizaciones escolares el conflicto en si no representa el verdadero problema, cuando se entiende que él es parte integrante de la dinámica y el desarrollo de la escuela, la dificultad realmente se presenta debido a la no resolución de los mismos de la manera mas optima y viable desde el punto de vista educativo, teniendo en cuenta que es allí donde generalmente se originan los verdaderos daños profesionales e instruccionales, conduciendo inexorablemente a la organización a un sin numero de incertidumbres en lo humano, social, laboral, económico, comunitario, entre otros.
Desde esta perspectiva, la función del líder educativo  no está en evitar los conflictos entre sus miembros, sino establecer  estrategias o planificar el modo en que estos pueden ser gestionados, con el fin de propiciar su expresión abierta y aprovechar sus funciones revitalizadoras para con la organización escolar,
Atendiendo a la naturaleza de la función directiva en modelos participativos, cabe significar la importancia que adquiere la conceptualización y la actuación de los directivos ante las situaciones de conflicto en el proceso de construcción y afianzamiento de un verdadero liderazgo educativo. La adopción de una aptitud positiva ante las situaciones conflictivas, considerándolo como algo natural de los individuos, le permitirá establecer estrategias para lograr el autocontrol, reducir la ansiedad del colectivo, romper el estrés, aprender a cambiar las percepciones y adquirir habilidades comunicativas constructivas.
Sin embargo, en la actualidad se observa al personal directivo de las escuelas básicas, en un estado de incertidumbre sobre la resolución de conflictos escolares, que no le permite alcanzar un verdadero liderazgo; debido a que, al no lograrlo por la vía de la negociación, sienten temor o inseguridad, porque como es ampliamente conocido, el sistema educativo venezolano pareciera obedecer más a ordenes impositivas y no dialógicas, situación que opera negativamente entre el personal de la institución.
            El problema surge y se mantiene cuando los conflictos se hacen perpetuos y se solapan quedando los antagonismos sin resolver: situación que se ha observado en instituciones educativas venezolanas, tal es el caso de  las escuelas bolivarianas del Municipio escolar Nª 12, en el Municipio Agua Blanca del estado Portuguesa, donde se han evidenciado patrones disfuncionales de comunicación entre compañeros de trabajo, luchas de poder, formación de coaliciones, que han afectado el clima organizacional, dificultando la consecución de los objetivos educacionales y la función social de la escuela.
En este contexto es que se observa que dentro de las  instituciones  educativas, se tiende a “ocultar” el conflicto y sólo a abordarlo cuando este ha estallado, lo que hace presumir la existencia de nudos críticos relacionados con el desarrollo del liderazgo, por parte del personal directivo para gestionar los conflictos organizacionales en las escuelas básicas.  Por lo que una primera reflexión lleva a la necesidad de pensar cómo es percibido el conflicto y qué estrategias se implementan para el diagnostico y búsqueda de soluciones que permitan favorecer la mejora continua y el desarrollo organizacional.Licda.Iraima Montes
Cómo se conceptualiza la gerencia social en el contexto de la Escuela Bolivariana



La misma esta orientada a alcanzar, una mayor responsabilidad colectiva y generar mayor interés por el bienestar de los estudiantes, por la responsabilidad de las instituciones y su capacidad para comunicar a los ciudadanos sus metas y logros, a la vez que busca el crecimiento de todos los actores del hecho educativo potenciando sus capacidades y convirtiendo a la comunidad en el principal actor de cambio.

Consiste en un enfoque integral que articula un proceso que implica asumir y cumplir responsabilidades con respecto a la gestión de la institución educativa. En este caso, contempla el entorno social, el entorno organizacional, los recursos físicos, financieros, humanos, organizacionales y políticos.

Por lo tanto, incluye procesos técnicos de diagnóstico, planeación, programación y diseño e incorpora procesos relacionales y políticos de diálogo, movilización de apoyo, deliberación, generación de consensos y toma de decisiones. Incluye pero no se limita a la implementación de estrategias y sus correspondientes acciones programáticas, en ella es sumamente importante, la generación de información relevante, la retroalimentación, los ajustes y el posible rediseño.

Este modelo de gerencia se enfoca en una gestión participativa en la medida en que todos los que colaboran en su ejercicio están comprometidos con la institución e implementan un conjunto de actividades para cumplir las políticas educativas, así como, la misión y la visión de la organización.

El modelo de gestión y los principios o fines de la gerencia social se combinan para lograr una nueva conceptualización de la responsabilidad de los gerentes, la que enfatiza ampliar las libertades de las personas, generando las condiciones para la inclusión y la equidad social, asegurando procesos que promuevan un ejercicio activo de ciudadanía, y garantizando el cumplimiento de las políticas y programas socio-educativos.


 Licda.Iraima Montes